jueves, 8 de julio de 2010

Danzas de Agua Lunar



Obra coreográfica creada a partir del poema "Agua Lunar" de Efraín Bartolomé, estrenado en el Teatro Raúl Flores Canelo, del Centro Nacional de las Artes, el 11 de septiembre de 1998.

Danza y acción social, más allá de la educación artística


En los últimos cincuenta años se han escrito numerosos textos sobre la educación artística y en menor proporción sobre la educación en la danza. Muchos de estos textos arrancan enumerando los motivos y las razones por los cuales es importante el arte, la educación del arte y la profesionalización. Hoy, a la luz de la complejidad de este nuevo siglo, las razones se refuerzan y aparecen nuevas necesidades, nuevos apremios para el ser humano que atraviesa este tiempo por una ruta de desmantelamiento de las sociedades como las conocemos.

Los centros educativos igualmente han variado sus coordenadas y su orientación, tratando de buscar nuevos paradigmas educativos que den contexto a nuevos procedimientos, métodos y rutas para la información que se enseña.

Por un lado, muchas ideas fijas han comenzado a derribarse, revelando la fragilidad de aquello que estaba ligado a conceptos estáticos, estables, como lo eterno y lo permanente. No es poca cosa: estas ideas nos daban seguridad, certidumbre, y nos proveían con la convicción de que lo que pensábamos era verdad.

Múltiples islas han sido fundadas a partir del desmantelamiento, islas que representan el pensar del hombre solo, el continente que es la razón aislada y auto-consumible.

El arte tiene, sin embargo, los dos hilos de seda que jalan desde el pasado y hacia el futuro. Sus creaciones son producto de la acción creativa de un individuo pero su raíz y su crecimiento prosperan en las vivencias que otros experimentan ante el suceso artístico. Se trata de una acción social de primer orden porque incide en la vida del otro.